La escucha activa empodera

Gracias a escuchar de verdad, sin interrumpir ni prejuzgar, podemos  realmente contactar con la otra persona, en este caso nuestro hijos.

Como padres debemos expresar aceptación incondicional por nuestros hijos y para ello debemos de tener una comunicación libre de juicios. ¿Debemos entonces aceptar todo de ellos? OBVIAMENTE NO. 


Habrá situaciones y momentos concretos que no nos gusten y que por supuesto les podremos hacer ver. Al basarnos en acciones concretas de momentos puntuales, no etiquetamos al niño de ser de una manera u otra, sino que puntualizamos lo que esta ocurriendo en el momento presente teniendo en cuenta a la persona real.

Ejem. “No me gusta cómo me estás hablando ahora y no me estoy sintiendo bien”. Esto indica lo que no me está gustando de la persona en ese momento puntual. Pero ni es un maleducado, ni un chillón, ni siempre está igual, ni a mí no me hables así que soy tu madre….. ni mil frases por el estilo que se nos ocurren en esos momentos que juzgan e etiquetan al niño.

Ni los SIEMPRES son siempre, ni los NUNCAS son nunca.


Para que un niño entienda qué ha hecho mal y qué es lo que puede hacer la próxima vez para no actuar así, NOS NECESITA A NOSOTROS los adultos para que le guiemos.
Uno de los recursos más empoderantes es la ESCUCHA ACTIVA. Hablando tranquilamente incluso con tono molesto si nos hemos sentido mal, le hacemos preguntas tipo: ¿Te sientes mal? ¿Estás enfadada y por eso me hablas así? ¿Te gustaría que mama estuviese mas tiempo contigo y por eso te sientes así? El niño se sentirá escuchado al ver que mostramos interés y verá la necesidad de contarnos  cómo se siente.

Escuchar activamente supone acompañar al niño y tratar de entender lo que hay detrás de los mensajes verbales sin que se sienta juzgado y  sin dirigir su vida emocional, sino simplemente acompañando sus emociones, nombrando lo que siente pero sin negarlo.

Si en lugar de escuchar y acompañar, hacemos un interrogatorio: “¿Pero qué te pasa?” “Si no me dices lo que te pasa no te puedo ayudar” “Vamos  a ver, hasta que no me lo digas yo no lo voy a saber» ¿Pero me quieres decir que te pasa que llevas una hora llorando?, entonces  el niño se siente poco escuchado y poco valorado.

Cuando un adulto pregunta tanto a un niño es porque no sabe lo que hacer o como actuar y espera que el niño le de la respuesta.  Entramos en bucle queriendo saber a toda costa lo que le pasa y no nos damos cuenta de que no es capaz de identificar, en la mayoría de las ocasiones, lo que le sucede o el sentimiento que tiene. No sabe darle nombre a lo que le está pasando y somos nosotros como adultos los que te tenemos que ayudar a identificar ese sentimiento y lo que se esconde detrás, haciendo ESCUCHA ACTIVA.

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