¿Por qué nos cuesta tanto empatizar?
Siempre me ha parecido que vivimos en una sociedad poco empática, pero quizás hasta que no he llegado a ser madre no he sido realmente consciente de la falta de empatía, crueldad y agresividad que hay en el mundo en el que vivimos.
Dicen que cuando eres madre todos los sentimientos y emociones se agudizan. Desde hace casi 7 años, vengo comprobando que efectivamente esto es así, que nuestros hijos vienen a mostrarnos el camino, que no vienen a aprender sino a enseñarnos.
Podría empezar diciendo que la empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y entenderlo, o al menos intentarlo. Pero es increíble lo que nos puede costar ponernos en el lugar de un niño. Nos olvidamos que en un pasado nosotros también lo fuimos y seguramente lo pasamos fatal cuando nos sentíamos incomprendidos, nos ignoraban emocionalmente hablando, nos gritaban ó no nos gustaba como nos trataban.
Vivimos en una sociedad que a veces puede llegar a ser muy dañina y destructora, en ocasiones con demasiada violencia silenciada y permitida y con un altísimo grado de falta de empatía, pero no nos paramos a pensar porqué.
Sin embargo pocos adultos se estremecen o restan importancia ante el llanto desgarrador de un niño que pide por favor que sus papas lo cojan en brazos porque necesita consuelo y no sabe pedirlo de otra manera, o se le retira la mirada y atención como castigo cuando llora agotado y sólo necesita comprensión, o llora de noche en su camita porque necesita el calor y protección de sus papas y no entiende porque le dejan sólo y otras muchas situaciones muchas situaciones en las que aun viendo a nuestro hijo sufrir, nos cuesta mucho llegar a empatizar y nutrirlo afectivamente.
Quizás tenemos demasiado introyectado que atender inmediatamente las necesidades de un niño es «malcriarlo». 😟
Aparentemente no existe relación entre la grandísima falta de empatía social y el llanto desolado y desatendido de un niño, sin embargo, nuestra vida adulta es el reflejo de nuestra experiencia infantil en todos los entornos donde nos hemos criado, siendo esto la relación básica del origen de los comportamientos individuales y sociales que tenemos posteriormente a lo largo de toda nuestra vida.
La primera expresión emocional de los humanos es el llanto, sin embargo nada más nacer ya se nos está negando con frase tan repetidas como: «Ha salido llorón, ¿eh?», «como sigas haciéndole caso al primer llanto ya verás la que que te espera», «lo mejor es dejarle llorar para que sepa que no le puedes atender a la primera», «que espere un poco mientras terminas de comer que no le pasa nada aunque llore un rato», «¿otra vez teta? tendrá que saber que las tetas de mama no están para cuando el quiera» 😡😡 y un sin fin de frases (todas reales) que denotan la poca empatía que hay hacia la infancia desde el minuto 0 y el miedo constante que nos transmite la sociedad a malcriar a los niños.
Imaginar esta situación:
**Os vais a vivir con vuestra pareja super enamorados y un día que vienes del trabajo fatal, echa polvo porque tu jefe hoy te ha hecho algo que te ha hundido en la miseria, llegas a casa y empiezas a llorar en el sillón de la rabia e impotencia y tu pareja que esta sentado al lado te ignora durante un largo rato mientras piensa, «voy a esperar antes de hacerla caso porque sino me veo todo el día atendiendo a sus necesidades» ¿¿Os imagináis?? Que horror, ¿no? Le colgaríamos rápidamente la etiqueta de insensible y si nos lo repitiera constantemente, incluso empezaríamos a pensar que nos hemos equivocado de pareja.**
La empatía permite en el niño sentar las bases para la afectividad en la edad adulta, pero sin darnos cuenta normalizamos tanto la violencia sobretodo a la infancia, que esto dificulta el desarrollo de empatía en los niños.
El llanto de un niño debería implicar en nosotros hacer algo de forma instintiva y nutrirlo de afecto.
Pero entonces, ¿Por qué nos cuesta tanto empatizar con nuestros hijos? ¿Por qué a veces los tratamos como no lo haríamos con nadie y necesitamos que se controlen física y emocionalmente para así no descontrolarnos nosotros? ¿Qué se esconde detrás de ese comportamiento?
Es importante resolver lo que nos limita como adultos y conectar con la niña o niño que fuimos para poder llegar a comprender lo que somos ahora, nuestras reacciones y emociones porque lo que sentimos y como lo sentimos no sólo tiene que ver con el aquí y el ahora, sino con los niños o niñas que fuimos y con una actualización de todas esas emociones que se nos privaron, anularon o anestesiaron.
Si queremos niños empáticos que de adultos empaticen, antes debemos de empatizar con ellos. Si queremos niños que respeten y que sean adultos respetuosos , antes debemos de respetarlos. Si queremos una sociedad con adultos no violentos, antes tenemos que decir adiós a la violencia infantil tanto física como verbal. Si queremos un mundo mejor, debemos de empezar a trabajarlo desde abajo, desde la base, desde la infancia.