Conflictos. Figura   intermediaria 

¿Podemos mediar en los conflictos entre nuestros hijos e hijas?

A veces, ante los conflictos de nuestros hijos o hijas, adquirimos una posición de juez.

Y otras veces somos la figura invisible.
Pero en este artículo quiero dar una vuelta a este tema y centrarme en la figura mediadora.

Una figura de la que poco se habla cuando de infancia se trata.

Y es que, cuando llegamos a la edad adulta, tenemos derecho a disponer, e incluso pagar a alguien que nos ayude, que medie entre las partes, que nos facilite la resolución de ese conflicto que no estamos pudiendo arreglar.

Un ejemplo muy claro lo tenemos en las separaciones de pareja, conflictos laborales, temas entre empresas, herencias, ayuntamientos, huelgas…. donde en muchiiiiisimas ocasiones se requiere, previo pago, de una figura mediadora para que las partes puedan llegar a un acuerdo e incluso evitar ir a juicio (si se diese el caso).

¿Y qué es lo que dice Wikipedia sobre la mediación en un conflicto?

“La mediación se basa en la cultura de paz, la democracia, el diálogo , el respeto, y el consenso para la convivencia”.

“Consiste en la intervención de un tercero (figura mediadora) en un conflicto, con el fin de facilitar el acercamiento de las partes enfrentadas cuando no lo están sabiendo resolver y promover un proceso de negociación que permita llegar a un acuerdo.”

Pero esto en la infancia no pasa. Directamente se nos transmite que es una figura que no debe de existir.

En la infancia parece que tienen que saber resolver todo tipo de conflictos. Los que surgen en el parque, o con amigos/as, en el cole, los que surgen en casa entre hermanos/as, etc.

Se nos transmite que tienen que aprender y que se las tienen que apañar. Y a ser posible que la situación se resuelva de buenas maneras, positiva y asertivamente (pero sin ayuda externa, claro).

Por eso negamos la figura mediadora, alguien que intervenga para ayudar….. o como mejor queramos llamarlo.

«Cuando mis hijos tienen un conflicto, a veces siento que necesitan ayudan, pero no intervengo porque me han dicho que mejor que aprendan a resolverlo solos»

Este es un ejemplo de alguna de las muchas frases que recibo en los talleres de Prevención de abusos y relaciones sanas desde la primera infancia.

Y a veces me da la sensación que se penaliza a esa madre o padre que interviene en alguna situación con el fin de ayudar, porque ve que no lo están pudiendo resolver o que directamente no saben.

Y por supuesto cuando hablo de intervenir, hablo de hacerlo de una manera imparcial, desde la escucha, el no juicio y aportando herramientas que no tienen para poder hacerlo de otra manera.

Vamos, tal y como hace esa figura mediadora de la que hablaba al principio .

El problema es que muchas veces se dan situaciones que nos alteran y producen miedo pensando que siempre va a ser así, que eso ocurre porque lo estamos haciendo mal como madres y padres., que la relación entre hermanos/as falla…

Y al final acabamos actuando desde el juicio, la critica, la culpa y la no escucha.

Como personas adultas, no suele costar mucho llegar a acuerdos, o resolver situaciones de conflicto de una manera sana y positiva. Y muchas veces, necesitamos incluso buscar una figura intermediaria que nos ayude a resolverlo, de la mejor manera posible.

Algo que por ejemplo pasa en una separación de pareja, un problema con la empresa, un problema entre comunidades, etc… Entonces esa figura la vemos como necesaria y de gran ayuda. Y además si logramos resolverlo y llegar a un entendimiento, entonces estaremos agradecidos pensando que sin esa persona hubiera sido imposible encontrar una solución.

Pero cuando de infancia se trata, está figura está mal vista incluso siendo sus propios progenitores y estando en edades muy primarias, porque la sociedad nos transmite que a pesar de no saber y no tener aun herramientas ni habilidades para socializar y resolver ciertas cosas, deben saber hacerlo desde el principio y además a ser posible, que sea de una manera positiva, sin enfados y mucho menos que haya una agresión física, porque si alguna de estas cosas falla, entonces se penaliza y juzga a ese niño o niña que ha actuado de esa manera porque en ese momento no ha sabido hacerlo de otra.

Esto nos indica que cuando como seres humanos estamos en la etapa de RECIBIR, que es durante en la infancia, esa ayuda se niega y se exige que sepan resolver sus cosas. Y cuando superamos esa etapa y llegamos a la vida adulta, entonces si podemos disponer de esas figuras de apoyo que te ayudan si no sabes, o no puedes llegar a un entendimiento.

Incoherente, ¿no?

Y es que como sociedad no tenemos en cuenta que los niños no tienen suficientemente desarrolladas las habilidades personales y sociales necesarias para gestionar respetuosamente los conflictos y precisamente por eso la función de la persona adulta es esencial para mostrarles el camino y el modelo a través del acompañamiento activo, sin posicionamos de jueces ni buscar culpables, sino simplemente acompañamos el proceso ayudándoles en lo que necesiten, y esto les va a ayudar muchísimo para ir poco a poco adquiriendo un modelo en un entorno de confianza.

Un tema del que hablamos mucho en el taller de Prevención de abusos y relaciones sanas desde la primera infancia.

Próxima Edición

Próxima edición: 15,16 y 22 de enero de 10:00 a 13:30 (hora española)

 

Sonia Dabalsa
Consultora de maternidad y crianza
Especializada en la prevención de abusos y del acoso escolar

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